Tres mujeres conmovieron en la cumbre tras contar los abusos sexuales que sufrieron dentro en la Iglesia

Tres mujeres y el mismo Papa hicieron irrumpir la condición femenina en la reunión cumbre mundial de los obispos y jefes de las órdenes religiosas, conmoviendo a los 190 líderes de la Iglesia que asisten al encuentro. En varias intervenciones, Francisco dijo que “la Iglesia es mujer y tiene el genio femenino”, mientras la superiora de la orden del Santo Niño Jesús, la madre nigeriana Verónica Openibo, en un discurso muy duro, dijo este sábado, en la tercera sesión plenaria, dedicada a la transparencia: “Tenemos que reconocer que son nuestra mediocridad, hipocresía y condescendencia las que nos han conducido a este lugar vergonzoso y escandaloso en el que nos encontramos como Iglesia”.

La canonista Linda Ghisoni, subsecretaria del “ministerio” vaticano para los Laicos, Familia y Vida, propuso a su vez constituir comisiones consultivas independientes en el territorio de cada Conferencia Episcopal, para aconsejar y asistir a los obispos y a los superiores religiosos, y para promover un nivel uniforme de responsabilidad en las distintas diócesis. Uno de los propósitos centrales del Papa como objetivo de este encuentro es crear una red eficaz de control en las diócesis, sobre todo a través de Grupos de Tareas, que den “asistencia, consejos, a los pastores” y que informen a “todos los fieles del territorio sobre los procedimientos apropiados”.

Los obispos dependen hoy directamente del Papa y se trata de encontrar eficaces medios para impedir que perdure en la Iglesia la pésima cultura episcopal de proteger a los curas pederastas, abandonando a las víctimas.

El Papa intervino fuera de programa en la sesión dedicada a la rendición de cuentas de los obispos. Dijo que “invitar a hablar a una mujer no es feminismo eclesiástico, porque al final todo feminismo se convierte en machismo con pollera”. “No se trata de dar mas funciones sino de integrar la figura femenina como imagen real de la Iglesia”.

Que el Papa tenga que dar explicaciones por invitar mujeres a hablar a una cumbre netamente masculina para tratar crímenes sexuales cometidos por hombres (curas) contra niños y adolescentes, señala ya el retardo y la discriminación de la Iglesia con la otra mitad del cielo.

Pero la irrupción femenina fue tan positiva como la actitud de Francisco.

La tercera mujer que sacudió a la Nueva Sala del Sínodo, donde se reúnen los líderes eclesiásticos, no dio su nombre. Es una víctima, que dio su testimonio a través de un video. Fue abusada por un sacerdote durante cinco años y dijo que “el costo emotivo es muy alto”.

Contó cuanto sufrió también al proceder a la denuncia “ante seis personas, solo hombres y además sacerdotes”. “Creo que una presencia femenina sería una atención indispensable para acoger, escuchar y acompañar a nosotras las víctimas”, dijo.

La mujer se preguntó cómo podían “las mismas manos que a tanto habían llegado sobre mí a bendecir y ofrecer la eucaristía. Él un adulto y yo una niña”.

La víctima explicó las graves consecuencias físicas y psicológicas que sufrió por esas agresiones. Su largo testimonio, los daños de todo tipo que vivió y vive en una larga proceso de recuperacion que no terminará nunca. Fue un testimonio desgarrador y era visible la conmoción del Papa (algunos presentes creen que lloró) al sentirla.

Las 21 propuestas del Vaticano contra los abusos sexuales a menores

La madre Openibo lanzó una serie de propuestas, entre ellas “una educación y una formación clara y equilibrada sobre la sexualidad y los confines en los seminarios y en las casas de formación”. También reclamó “una formación permanente de los sacerdotes, religiosos, religiosas y obispos”.

Tras la cumbre que concluye este domingo con un discurso del Papa, se considera inevitable que el pontífice afronte el “crescendo” de denuncias de violaciones de monjas por parte de clérigos en distintos países del mundo. Este drama, que ha llevado a una disminución vistosa del número de religiosas consagradas dentro de la Iglesia en los últimos decenios, abarca también la continua discriminación de las monjas en la vida de la Iglesia, con muchas de ellas obligadas a trabajar gratis de sirvientas para cardenales, obispos y altos prelados, como ha sido denunciado hasta en las páginas del diario vaticano “L’Osservatore Romano”.

Fuente Clarin

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