Un estudio revela que la iniciación en el consumo de pornografía es cada vez más precoz

Hasta los ocho años rebaja un estudio la edad a la que algunos niños comienzan a buscar contenidos sexuales en la red. El fácil acceso a través de los nuevos dispositivos tecnológicos es una de las principales causas, según los autores del trabajo.

La directora de cine para adultos y politóloga Erika Lust aseguraba no gustarle “cómo los jóvenes crecen y usan la pornografía”. “No es solo una herramienta de placer, sino educativa. Y política”. De lo segundo no hay duda. Solo hace falta observar los últimos meses de debate político para comprobar que el de la sexualidad es un tema que exige ser repensado, sobre todo a través del debate en torno al estatus legal de la prostitución pero también con el planteamiento sobre el reto en educación sexual que propone un caso como el de ‘La manada’, en el que cinco hombres fueron condenados a nueve años por violar en grupo a una mujer. Una pena que recientemente se ha aumentado a 15 años.

En cuanto a la primera parte de la afirmación de Lust, sobre la naturaleza placentera y didáctica de la pornografía, comienza a plantearse como una idea discordante y a contracorriente. “Cuando comencé a estudiar Educación en la universidad las voces sobre el uso de la pornografía eran totalmente favorables. Se hablaba de ella como un campo más de exploración de la sexualidad humana, como una liberación que había que normalizar y aceptar como parte del desarrollo humano”, explica el teólogo y pastor de la Iglesia Protestante de Salou, Josué García, que remarca que la de los cristianos era una de las pocas voces que “condenaba” la pornografía “como algo que desvirtuaba el correcto y maravilloso uso que Dios nos dio del sexo y promocionaba conductas impropias, sobre todo hacia la mujer”.

“Así que me he visto sorprendido en los últimos cuatro o cinco años”, dice, porque “ahora psicólogos y educadores están denunciando el uso de la pornografía en jóvenes porque distorsiona la sexualidad humana”, remarca.  No solo profesionales del ámbito científico y sanitario comienzan a ver que hay falta de empirismo en las palabras de Lust. Desde la Administración pública también comienzan a levantarse voces contra el discurso de una posible apariencia beneficiosa de la pornografía.

“Debe estar regulada, sobre todo de cara a los menores de edad, y es sintomático que el contenido de este tipo que se consume mayoritariamente a través de internet esté basado en la violencia y las agresiones hacia las mujeres”, afirmaba la diputada del grupo del PSOE en el Congreso, Andrea Fernández, en una entrevista con El Español.

CONSUMIDORES CADA VEZ MÁS PRECOCES

Según indica el estudio Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales de adolescentes y jóvenes, publicado por Lluís Ballester, Carmen Orte y Rosario Pozo, de la Universidad de la Islas Baleares, “más del 50% de los adolescentes españoles entre 14 y 17 años suele ver regularmente pornografía en Internet” y “cada vez consumen pornografía a edades más tempranas” puesto que “tienen un mayor acceso, más rápido y libre de filtros”. “Aunque una web solicite confirmar la mayoría de edad, ese filtro no sirve prácticamente para nada”, añaden.

En concreto, el documento habla de una edad de iniciación en el consumo de la pornografía de 13 años para los chicos y 14 para las chicas, aunque alerta de que “otros estudios están reduciendo las edades de las primeras experiencias con la nueva pornografía”. Edades que, en algunos casos, se sitúan en los ocho años, según explica el texto.  Las consecuencias de la reducción de la edad de inicio para consumir pornografía son varias. A nivel individual, la sexóloga Silvia Pérez remarca que “afecta en la construcción de la sexualidad”. “Afecta a su cerebro porque está consumiendo violencia y crece con la idea de que la violencia es erótica, sensual y sexual”, añade.

Desde el punto de vista psicológico, la psicóloga experta en tratamiento de casos de abuso Silvia Villares apunta que a esas edades la personalidad se está formando y “cuando se introducen contenidos que van a dañar la sensibilidad y van a interferir en el crecimiento y el desarrollo de una mente sana, lógicamente va a haber un perjuicio a nivel de salud y en el menor”. “Debemos entender que el hecho de que un menor acceda a unas imágenes cuando su personalidad aún no está preparada para tener toda esta visión de contenidos, lo único que va a hacer es dañarse él mismo y dañar a los demás”, remarca.

  LAS IGLESIAS Y LA DIMENSIÓN DEL ÁNIMO

En el marco del ámbito cristiano evangélico en España el tema de la pornografía no es nuevo. Se han publicado artículos y libros, como El problema del porno, de Vaughan Roberts. Sin embargo, sigue planteando un reto para las iglesias. “El trabajo es principalmente animar a los padres a que eduquen bíblicamente a sus hijos”, dice García. “Y animar a los hijos a que escuchen a sus padres”, remarca. “Cuando los chicos y chicas llegan, cada vez más temprano, a la adolescencia es bueno que desde la iglesia y el ministerio juvenil recordemos las enseñanzas parentales, ya que a este edad tienen un rechazo natural a lo aprendido y parecen escuchar más a cualquier otra persona”.

Una actitud que, tal y como indica este pastor, requiere también de tratamiento teológico. “Las charlas y predicaciones que hablen sobre sexo, pornografía, masturbación, enfermedades de transmisión sexual, deseo y la necesidad de ser queridos, son necesarias en nuestras iglesias. Y digo iglesias porque el problema pornográfico afecta a todas las edades”, remarca.  Para García, el consuelo y el acompañamiento, a partir de la reflexión bíblica, son la nota de color que se le debe exigir a las comunidades.

“Para los que están ya inmersos en la pornografía, hay que animarlos a buscar todos los recursos necesarios para dejarlo. Desde ministerios específicos sobre conductas sexuales, mentores, psicólogos o grupos de ayuda, aunque en nuestro país esto es casi imposible por el factor vergüenza”, dice. “Al final, creo que lo principal es tener una pasión real por Dios y transmitirla a la siguiente generación y así favorecer que ellos desarrollen el agradar a Dios para siempre y no sus deseos sexuales temporales”, defiende.

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