RIVALVO DECLARÓ: “Mi mayor Trofeo es haber conocido a Jesucristo”

El verdadero nombre de Rivaldo es Vitor Borba Ferreira Gómez (Paulista, Brasil, 19 de abril de 1972) y fue uno de los grandes. Como Ronaldinho y como Messi. Ganó también un Balón de Oro (1999) y el FIFA World Player (1999). Fue campeón del mundo (2002) y de América (1999) con la selección brasileña, de la Champions League con el Milan (2003) y de nueve Ligas en cuatro países distintos, desde Brasil (Palmeiras, 1994 y 1995) hasta Uzbekistán (2009), antes de desviar el camino que le guiaba a la portería hacia el altar.

Se fue a Angola con 40 años a jugar, donde además desarrolla una intensa actividad social y espiritual. ¿Por qué?. “Soy evangélico, creo mucho en Dios” y su asesor espiritual (Víctor) mucho antes de ir a África, cuando estaba pensando incluso en retirarse del fútbol, le dijo que iría a Angola.

Despues de casi medio año, un empresario de Angola le invitó a jugar al fútbol allí. En aquel tiempo no se lo podía creer. Cree que fue algo de Dios. Aunque nada es cómodo en su nuevo destino. Por ejemplo, tarda casi dos horas en recorrer 25 kilómetros para ir a entrenar. Se levanta a las seis de la mañana para empezar a entrenar a las ocho. La experiencia le ha dado otro valor a su vida. “Pido menos, no pierdo el tiempo en cosas absurdas”.

Rivaldo ha levantado en Angola una iglesia evangélica. En un país que se está desarrollando tras haber sufrido una guerra también ha abierto un instituto de ayuda social, que trabaja tanto en Angola como en Brasil, para los más necesitados.

“Dios me dio tantas cosas en este mundo durante mi vida que ahora tengo que poner mi corazón, mi energía, mi fuerza para intentar devolver todo de alguna manera” explica Rivaldo. “Es fácil vivir en Barcelona, Londres, Sao Paulo… Son ciudades maravillosas. Es fácil dar cariño y abrazar a personas perfumadas, guapas, ricas, pero no lo es a alguien que no puede bañarse ni comer.

Esas personas no tienen la culpa de venir al mundo en esas circunstancias, y hablo también de las zonas pobres de Brasil o de otro país. Al final, es algo, tal vez, del destino. Yo mismo podría ser quien estuviese allí” razona con enorme seguridad Rivaldo. “No nos vamos a llevar nada después de la muerte. A las 24 horas de morir, todos, pobres o ricos, seamos como seamos, acabamos igual. Por eso tenemos que ayudar a Dios, para tener esa vida eterna, porque el cuerpo no vale para nada. El corazón y el espíritu es lo que permanece. Es, por lo tanto, Dios quien está tocando mi corazón cada día para poder ayudar a todos ellos. Estoy hablando de Angola, pero vale para cualquier lugar.”

Como cristiano evangélico “me convertí, quiero seguir el camino de Dios. Ahora lo ves todo muy diferente, no tienes maldad, procuras fallar lo menos posible”. Como fruto de esto su pensamiento ya no está en el lado material, ahora piensa en el lado espiritual; y esto le hace ser una persona muy distinta, que le da una felicidad que no había tenido antes. ¿Cuándo y cómo encontró a Dios? Antes de cumplir 32 años, y tras salir del Cruzeiro, se quedó a vivir en Mogi Mirim, en Brasil. Oía voces que le decían que iba a morir en un accidente de coche. Un día, salió de Mogi Mirim rumbo a Sâo Paulo y acabó pasando por Curitiba, por lo que llaman la carretera de la muerte por lo peligrosa que es. No paraba de escuchar esas voces. “Vas a morir en un accidente de coche. Vas a morir”. Y, de pronto, escuché otra voz que decía: “Si tú crees en mí, no morirás. ¡Cree en mí!”.

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