¡SORPRENDENTE! Niño se recupera de hemorragia cerebral después de oración de sus padres.

Un niño  de nueve (9) años en estado grave, se recupera milagrosamente contra todo pronóstico médico, después que sus padres clamaron a Dios por sanidad.

Brenden Scott, fue atropellado por una minivan cuando cruzaba la calle. Richard el padre del niño,  dijo que al ver la escena, entró en desesperación mientras esperaba a que llegara la ambulancia. Aún así  le dijo a su hijo: “Vamos, hijo mío, sigue luchando”.

El niño sufrió una hemorragia cerebral, y en su desesperación, Richard le pidió a Dios que lo ayudara en esa situación, en la que su hijo corría un riesgo inminente de muerte. “Ayuda al personal médico para salve a mi hijo. Dales fuerza”, oró Richard.

Aproximadamente una hora más tarde, Brenden estaba en un quirógrafo, rodeado de tres equipos médicos. Su vientre estaba lleno de sangre, y cuando su pecho se abrió, su corazón se detuvo. En la sala de espera, Jennifer Scott, la madre de Brenden, oró en silencio. “Dios, por favor, no te lleves a mi hijo. Por favor, no te lleves a mi hijo”, suplicó.

Mientras tanto, durante 20 minutos, los médicos masajeaban con la mano el corazón de Brenden hasta que el órgano pudo volver a latir. Milagrosamente, el niño volvió a la vida. Los médicos no consideraron que el pequeño pudiera sobrevivir a ese accidente, pero lo hizo.

El pronóstico de Brenden era sombrío. Los médicos le dijeron a los Scotts que el niño probablemente tendría un daño cerebral extenso e irreparable. “Nos dijeron incluso que si sobrevivía, no esperáramos que fuera el mismo niño de antes”, dijo Jennifer Scott.

Cinco días después, aún con soporte vital, el niño despertó. La semana pasada, los médicos retiraron las últimas clavijas de sus piernas en su última cirugía. Todavía asiste a fisioterapia y se fortalece cada día. “Sé que los cirujanos tienen sus habilidades”, dijo Richard. “Pero Dios estuvo allí con él. Él puso su mano en todo”, dijo Jennifer a Lansig News.

Hoy, siete meses después, Brenden está en plena recuperación. Sus padres, Richard y Jennifer Scott, creen que Dios les ha ayudado a vivir este milagro.

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