Cristianos en México son discriminados por no colaborar en fiestas catolicas

Angelina, de 50 años, y sus tres hijos viven en el estado de Hidalgo, en el centro-este de México. Hace quince meses, la autoridad local interrumpió el acceso a los servicios de agua y alcantarillado después de que ella se negara a contribuir a las fiestas tradicionales de la iglesia católica, lo cual es obligatorio en su comunidad.

Ella y otra familia protestante, que tampoco contribuyeron, fueron expulsadas por la comunidad de La Mesa Limantitla, en el municipio de Huejutla, y ahora necesitan caminar 800 metros para obtener agua.

También le dijeron a Angelina que ya no podía ocupar ciertos puestos en la comunidad. Algunos amigos y vecinos le ofrecieron apoyo a ella y a su familia, pero fueron amenazados con dejar de recibir servicios básicos.

Con la llegada del Coronavirus al estado de Hidalgo, no tiene acceso al agua, mucho menos jabón y otros artículos básicos de higiene, para obtener al menos el mínimo de protección.

Aunque México reconoce la libertad de las personas para elegir su fe o creencia y, por primera vez en cinco años, ya no aparece en la Lista Mundial de Persecución, los cristianos protestantes como Angelina enfrentan una presión real.

Aquellos que se niegan a obedecer las creencias religiosas indígenas y las prácticas sincréticas que han evolucionado a partir de su tradición católica pueden esperar el rechazo y el desplazamiento forzado.

En octubre del año pasado, cuatro líderes cristianos fueron arrestados y cinco familias fueron expulsadas de la aldea de Napite, en el estado sureño de Chiapas, después de celebrar el sexto aniversario de la iglesia evangélica local.

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