Medico misionero sobrevive luego de estar 27 minutos muerto “soy un milagro de Dios”

“El poder que tiene la oración en estos casos de enfermedad es importantísimo, necesitamos fe y no dejar de pedirle a Dios”, dijo el médico Heimlich.

“En el peor momento de mi internación mi corazón se paró, y cuando a los 27 minutos de estar en paro mis compañeros estaban a punto de declararme muerto clínicamente, mi cuerpo empieza a funcionar devuelta, mi corazón empieza a latir de nuevo y mi cuerpo da un giro de 180 grados”.

El tan crudo como esperanzador testimonio del médico misionero Marcelo Heimlich (40) da vueltas por el mundo. Sobrevivió al Covid-19 después de soportar 61 días en terapia intensiva del hospital Castro Rendón de Neuquén, provincia en la que se desempeña como jefe de Telecomunicaciones del Sistema Integrado de Emergencias (Sien).

Nacido en la localidad de Campo Viera, hace seis años dejó su tierra natal en busca de nuevas oportunidades laborales y como personal de la salud, desde el inicio de la pandemia se puso al frente de un virus desconocido con cierto temor, pero firmeza y vocación.

“Contraje el Covid cuando me fui de vacaciones. Cuando volví a Neuquén empecé con dificultades respiratorias y dolor en el pecho. En el hospital me agarró una de las complicaciones del coronavirus que es tromboembolismo pulmonar”, le detalló a El Territorio a mediados de marzo, cuando su caso comenzó a ser considerado por muchos como un milagro.

Ese fue el comienzo de una serie de complicaciones. “Al tromboembolismo se sumó la neumonía por Covid, lo cual hizo que me tuvieran que entubar, conectar a un respirador. Estuve 23 días conectado al respirador, después de eso hice una infección urinaria grave e hice shock séptico, que es una complicación por infección en múltiples órganos”, recordó.

Pero lo peor sucedió a finales de febrero, cuando sufrió un paro cardiorrespiratorio y pasó casi media hora muerto. “Me reanimaron durante 27 minutos, me desfibrilaron siete veces y gracias a Dios estoy contando el cuento”, contó y agregó: “En ese momento, que mi esposa entró a verme, le dijeron que tenía que despedirse y fue cuando ella le reclamó a Dios las promesas que teníamos como matrimonio”.

“Yo soy un milagro. Yo lo creo y sé que si Dios no hubiera actuado en ese momento no estaría acá”, confesó Heimlich recalcando que “el poder que tiene la oración en estos casos de enfermedad es importantísimo, necesitamos fe y no dejar de pedirle a Dios”.

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