Asesinato por blasfemia en Nigeria provoca indignación internacional

Los asesinatos por blasfemia se están volviendo demasiado comunes en el norte predominantemente musulmán de Nigeria, y el mundo está comenzando a darse cuenta. 

Los cristianos nigerianos a menudo son agredidos y asesinados, y sus iglesias y negocios son saqueados y destruidos debido a afirmaciones de blasfemia. Algunas de estas agresiones se han grabado y subido a Internet, lo que genera preocupación entre personas y organizaciones de todo el mundo.  

Uno de estos videos mostraba el brutal asesinato de Deborah Emmanuel, una estudiante cristiana de 25 años. Fue golpeada y quemada fatalmente el 12 de mayo de 2022 debido a un mensaje de WhatsApp que sus compañeros de clase, predominantemente musulmanes, consideraron una blasfemia.  

Un incidente posterior ocurrió el 14 de mayo de 2022, cuando tres iglesias y varias tiendas de propiedad cristiana fueron dañadas y saqueadas. Estos ataques ocurrieron porque dos de los muchos musulmanes involucrados en el asesinato de Deborah fueron arrestados. 

Estos ataques son demasiado frecuentes en el norte de Nigeria. Los medios de comunicación y las organizaciones han comenzado a analizar el problema aún más de cerca a medida que salen a la luz más informes de agresiones debido a la blasfemia. En los últimos meses, asociaciones como el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), Human Rights Watch, la Asociación Cristiana de Nigeria, Amnistía Internacional y la Asociación Humanista de Nigeria han condenado esta persecución religiosa en Nigeria.  

Recientemente, la naturaleza injusta de los asesinatos por blasfemia ha recibido desaprobación internacional. Muchas organizaciones han instado a las autoridades nigerianas a abolir las leyes contra la blasfemia que han provocado muchos de estos ataques. Sin embargo, las autoridades del norte de Nigeria parecen carecer del mismo nivel de urgencia por la justicia. Su reacción ante el asesinato de Deborah, por ejemplo, fue inquietantemente pasiva.  

El exvicepresidente y actual candidato presidencial, Atiku Abubakar, tuiteó inicialmente en respuesta a la agresión de Deborah, afirmando que no había justificación para su asesinato y pidiendo justicia. Sin embargo, Abubakar eliminó rápidamente su tuit y afirmó que su cuenta había sido pirateada cuando los musulmanes del norte amenazaron con arruinar sus posibilidades de ganar las elecciones presidenciales de febrero de 2023. 

Desafortunadamente, la reacción de Abubakar no fue poco común entre los principales políticos de Nigeria. Muchos de ellos ni siquiera han comentado sobre la situación, y mucho menos han encontrado el coraje para pedir un cambio. Parece que los políticos y las autoridades influyentes del norte de Nigeria apoyan la violencia o tienen demasiado miedo de hablar en contra de ella por temor a perder votos o el apoyo general.   

Si bien la presión internacional es útil para alentar el cambio, la situación no puede mejorar a menos que el gobierno de Nigeria encuentre su voz y establezca leyes justas y un debido proceso para los cargos penales. La muerte de Deborah ciertamente no será la última si los ciudadanos continúan teniendo la libertad de cometer asesinatos sin repercusiones. En palabras de Ebenezer Obadare, investigador principal de CFR, “los líderes nigerianos se equivocan si piensan que su silencio de alguna manera hará que desaparezca mágicamente”. 

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