Diagnosticado con cáncer terminal, pastor desafía la medicina y se convierte en misionero

El testimonio del pastor Jason Ong es uno más entre muchos que atestiguan la acción milagrosa de Dios en la actualidad. Diagnosticados con un raro cáncer cerebral, los médicos les dieron solo seis meses de vida, pero los planes divinos resultaron ser completamente diferentes de lo esperado.

Jason Ong recibió su diagnóstico de cáncer cerebral en 2012, y el panorama no era bueno a los ojos de la medicina, ya que se trataba de una cepa rara y agresiva que, según los médicos, no tenía tratamiento.

“El médico dijo que, por ser tan raro, no se conoce cura ni medicamento, ya que ninguna farmacéutica gastaría millones en desarrollar un medicamento para tan poca gente”, recuerda el pastor.

Luego, el líder religioso se sometió a una cirugía para extirpar la mayor cantidad posible del tumor. Sin embargo, al final, el médico le informó que la enfermedad ya se había propagado. “Es solo cuestión de meses para que el cáncer consuma la arteria principal”, dijo el cirujano.

Ong escuchó la sugerencia de que debía extirpar una parte más donde había un tumor, pero que le costaría vivir en un estado de parálisis. No podía hablar, ni caminar. La propuesta fue rechazada, ya que el pastor dijo que no se iría sin predicar el Evangelio.

Ante esta posición, según el pastor, “el médico dijo: ‘Si no piensas hacer nada, ya no hay necesidad de controles porque te vas a morir. El tumor crecerá tanto que empujará tu cerebro fuera de la cavidad cerebral y sangrarás por tus ojos, nariz, boca y oídos y colapsarás y morirás”.

Milagro de Dios

La expectativa médica no se confirmó y Jason Ong respondió a un llamado de Dios para actuar como misioneros en diferentes países. Él y su esposa, Judith Halim, abrieron un restaurante en Singapur, donde viven, llamado “Olive Vine”, para poder pagar los gastos de la misión, con gran éxito.

A través del trabajo de Ong y Halim, cientos de niños en países como Myanmar y Filipinas son acogidos en su proyecto misionero, recibiendo ayuda humanitaria y la Palabra de Dios como fuente de vida.

El pastor sabe que su cáncer, según la medicina, tiene un 95% de posibilidades de regresar, pero eso no le afecta en nada. “Entonces, aunque regrese, si tengo que morir, moriré alabando a Él”, dice Ong.

“Y nada cambia el hecho de que Él es Dios. Mientras tenga aliento y fuerzas, seguiremos adelante hasta el día en que no pueda levantarme. Así que creo que ese será el final”, concluye el pastor, según Sal y Luz.

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