No sirve de nada esconderse: ¡Jesús lo sabe y ve todo!

Según el sitio web de Animal World, “las mascotas, también conocidas como mascotas, mascotas o simplemente mascotas, son animales domésticos y generalmente se mantienen en el interior, bajo la responsabilidad de sus dueños (o protectores)”. Estos animales también, cuando son elegidos por buenos propietarios, son muy mimados y bien cuidados.

Al igual que con los animales, muchas personas también eligen, cuidan y malcrían el pecado. Se alimenta diariamente, como si fuera normal. A veces guardado en uno de los escondites del alma, permanece allí, siendo cebada y amada como mascota.

Si bien hacemos esto en algún momento de nuestras vidas, no es un placer de Dios continuar “creando” el pecado en nuestra casa (cuerpo) terrenal. Jugar con el pecado en el patio de nuestros corazones es un suicidio espiritual. Es fantasear inmerso en una realidad carnal y diabólica. Tal era el joven rico.

Tratando de disimular con palabras halagadoras, un joven rico se acercó a Jesús y le dijo: “Maestro, ¿qué haré bien para obtener la vida eterna?” (Mt 19:16). Cuando escuchó de Jesús: “Pero si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (v. 17). La tontería del hombre fue en vano. Jesús no se dejó llevar por los clandestinos.

Después de responder positivamente, de pie ante Dios y decir que él guardó los mandamientos, el joven rico escuchó lo que nunca quiso escuchar de la boca de alguien: “Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes, dale a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; entonces ven y sígueme ”(v. 21). Luego, triste porque Jesús descubrió su codicia, el joven se retiró de la presencia del Señor, porque poseía muchas propiedades y no quería perderlas.

Jesús descubrió el pecado favorito de ese joven: el amor a las riquezas. La codicia en la vida de este hombre rico se echó a perder todos los días. Estaba bien cuidado. La codicia no podía quejarse de su dueño, porque era un dueño ejemplar, una persona que lo amaba por encima de todas las cosas.

El Señor sabe quién tiene un pecado como mascota. Nada escapa a tus ojos. El lo ve todo. Él revela todo. Entonces, si estás “creando” un pecado como mascota, ¡Jesús lo sabe!

¡Tu salvación puede estar en juego!

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