Centenares de niñas son envenenadas en escuelas en Irán

El primer envenenamiento se produjo a finales de noviembre, cuando 18 alumnas de una escuela de Qom, al oeste del país, fueron hospitalizadas tras sufrir de repente problemas respiratorios, náuseas, mareos y fatiga. En redes sociales circulan vídeos de ambulancias yendo rápidamente a las escuelas a atender a niñas tumbadas en el suelo, sin aliento. Otros de las fuerzas de seguridad iraníes arrestando a padres que protestan por la situación.

Por el momento ninguna estudiante ha fallecido a causa de la intoxicación, pero varias decenas han tenido que ser hospitalizadas y atendidas durante días. Gran parte de los casos se concentran en la ciudad religiosa de Qom, aunque también se han detectado envenenamientos en otras provincias del país. Uno de los incidentes más graves tuvo lugar a mediados de febrero, con 194 niñas intoxicadas en cuatro escuelas de la ciudad de Borujerd, al oeste del país. Días después, 37 estudiantes fueron envenenadas en Pardis, cerca de Teherán.

Padres de las niñas intoxicadas, organizaciones de profesores y activistas creen que las intoxicaciones son provocadas. Apuntan que estos ataques buscan apartar a las niñas y jóvenes de los centros educativos como castigo por su participación en las protestas multitudinarias que se suceden desde hace seis meses en el país. La muerte en custodia policial de Mahsa Amini, una joven kurdo-iraní que fue detenida y torturada por la policía religiosa por no cubrirse el pelo correctamente en un espacio público. Su muerte desató las mayores protestas antigubernamentales que ha vivido el país en la última década. Empezó como una reivindicación de ‘Mujeres, vida, libertad’ por los derechos de las mujeres y ha evolucionado en un grito multitudinario contra las restricciones de libertades y la parálisis económica de la República Islámica. “Para borrar los logros conseguidos de libertades, necesitan aumentar el miedo público”, señaló en un tuit Mohammad Habibi, portavoz de la Asociación de Maestros de Irán.

“En nuestro centro no ha habido casos, pero alumnas y padres tienen miedo, claro. Conocemos envenenamientos en otros centros. Ha creado alarma y algunos padres han forzado a sus hijas a no ir a la escuela por un tiempo”, señala una profesora de una escuela de Teherán, que prefiere preservar su anonimato. “Es exasperante. Tampoco nos han dado ningún protocolo para actuar y de momento parece que los casos aumentan”, añade.

EL PROPÓSITO ÚLTIMO
La Fiscalía anunció a finales de febrero la apertura de una investigación por “la posibilidad de actos delictivos y premeditados”, aunque por el momento no se ha producido ninguna detención. “Es evidente que algunas personas quieren que se cierren todas las escuelas, especialmente las de las niñas”, declaró el viceministro de salud iraní, Yunus Panahi. Su anuncio creó un gran debate público, porque daba a entender que el Gobierno cree que los envenenamientos son premeditados. Poco después, Panahi matizó sus palabras, señalando que las autoridades estaban investigando los casos. Su retractación fue interpretada como la existencia de diferentes puntos de vista sobre las intoxicaciones. En medios de comunicación y redes sociales corren todo tipo de teorías sobre la autoría de estos supuestos ataques, desde sectores ultrarreligiosos que quieren castigar a jóvenes activistas a ataques de fuerzas extranjeras.

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